Seguramente recordarás desde tus clases de Química que el pH de una sustancia determina lo ácida o alcalina que es. Quizás te sorprenda saber que el pH vaginal define qué tan saludable es tu vagina.
Un pH vaginal saludable debe estar entre los valores 3.5 y 4.5. Para mantenerte sana debes mantenerlo en esta gama ácida. Cuando ocurre un desequilibrio, es posible experimentar síntomas anormales como flujo vaginal extraño u olor muy desagradable. Generalmente estos signos indican que hay una infección en la vagina.
La vagina posee un mecanismo natural de auto-limpieza y protección. Tanto el pH como los microorganismos del entorno juegan un papel fundamental en esto, podría decirse incluso que tienen una relación simbiótica. Los lactobacilos y la corinebacteria son los dos tipos de bacterias que gobiernan el ecosistema vulvovaginal. Cuando las condiciones están en equilibrio, estas pueden regular la población microbiana y fúngica, eliminando a cualquier patógeno o agente extraño. De su buen funcionamiento depende la salud vaginal, si algún microorganismo se sale de control entonces surgen infecciones como la vaginosis bacteriana, la candidiasis vaginal, y posiblemente aumenta el riesgo de infecciones de transmisión sexual si la mucosa vaginal se ha debilitado.
Las tres infecciones típicamente asociadas con el pH vaginal no saludable (vaginosis bacteriana, infección por levaduras y tricomoniasis) son especialmente desagradables debido a la picazón, mal olor y descarga vaginal excesiva. Ante la presencia de estos síntomas es recomendable acudir al médico para ser examinada y tratada.
Verificar el pH vaginal no es un procedimiento rutinario. Si la mujer no tiene infecciones vaginales recurrentes o síntomas de picazón / ardor, se considera que su pH es normal.
Aunque el pH vaginal puede cambiar sin existir una causa aparente, sí se conocen varios factores que pueden afectarlo. Por ejemplo el estado de salud general, los niveles hormonales, el ciclo menstrual, la dieta y las relaciones sexuales pueden alterar la acidez del entorno.
Otro factor determinante es la higiene de la zona íntima. El lavado excesivo y el uso constante de productos muy perfumados o antibacterianos pueden provocar un desequilibrio en el pH y la flora normal. Los jabones antibacterianos suelen tener un pH de 9-10, eso obviamente cambia el nivel ácido que debemos mantener. Lo ideal es usar productos en el rango de pH 4-5, o al menos con pH neutro.
El uso de ciertos medicamentos, como los antibióticos, inhibe la población de lactobacilos y corinebacteria, lo que lleva a un crecimiento excesivo de la Candida y al desarrollo de una infección por levaduras. Cuando se comen muchos carbohidratos y en general se mantiene un alto consumo de azúcar, el riesgo de desarrollar candidiasis aumenta.